En
1910 la Argentina celebraba los cien años del inicio de la Revolución que
culminaría en la independencia. Buenos Aires se transformó en el centro de los
festejos en la medida en que delegaciones de todos los países se hicieron
presentes en la conmemoración. Desde España, la Infanta Isabel llegaba en
representación de la monarquía, dada la gran importancia que los sectores de
opinión españoles otorgaban al futuro del país, al que consideraban como la
gran potencia del sur destinada a equilibrar el gran poder de los Estados
Unidos. Delegaciones de Italia, Perú y numerosos países convirtieron al puerto
de la ciudad en un lugar de atracción permanente para las multitudes.
.
La ciudad fue embellecida rápidamente con la instalación de monumentos, luces
artificiales y banderas. El Teatro Colón aparecía como un símbolo de la
opulencia con su reciente inauguración. La crónica cotidiana mostraba desde la
preocupación por la falta de organización hasta la publicación de disposiciones
para entrar y salir de los medios de transporte en forma organizada.
Desde
otro punto de vista los festejos estuvieron rodeados de un importante aparato
de seguridad que actuó reprimiendo al movimiento obrero en sus agrupaciones
anarquistas y socialistas ante el temor que disturbios sociales irrumpieran en
los actos públicos.FUENTE: www.oni.escuela.edu.ar
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