En 1919 se produce un acontecimiento que hace que
el nombre y la característica figura de Albert Einstein sobrepasen el ámbito
científico y penetren en los círculos populares de todo el planeta. Este fue el
eclipse de Sol ocurrido en el mismo año.
La energía transportada por un rayo de luz lleva
asociada una masa dada por la famosa ecuación y, ya se sabía desde Newton y su
Ley de gravitación universal, que las masas se atraen.
De esta forma cuando un rayo de luz pase cerca de
una gran masa (como el Sol) será atraído por éste y se desviará de su
trayectoria rectilínea. Einstein había pensado en el Sol para que la desviación
fuese apreciable y había elegido el acontecimiento de un eclipse para que la
luz emitida por una estrella de las denominadas fijas próximas al Sol pudiese
verse y no fuera deslumbrada por la luz del Sol.
Gran Bretaña envió dos expediciones al mando del
astrónomo real sir Arthur Eddington; una a Sobral (Brasil) y otra a la isla
portuguesa de Príncipe en la costa atlántica africana. El 29 de mayo de 1919
las expediciones tomaron fotografías y los resultados confirmaron la predicción
de la desviación de 1,7” de arco que había efectuado Einstein con suficiente
precisión.
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